Tenía ese gesto de suficiencia de las que saben que todo lo pueden. Mareaba la aceituna de un martini con desprecio, no hacia algo en particular, sino hacia el mundo entero. Me atusé las canas y le pedí al camarero que le sirviera otro a mi cuenta...

1 comentarios:

moonriver | 20 de julio de 2011, 1:33

Supongo que el mundo se divide en las chicas que consiguen martinis gratis sólo con marear una aceituna y las que no las conseguimos hagamos lo que hagamos.

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