Era joven e iluso. Sin barba apenas. Sorbía de a poco una cerveza que me nublaba los sentidos, y hablaba de futuros lejanos y mundos posiblemente mejores. Entonaba con la confianza de los mentirosos que nada pueden perder.
Su sonrisa enorme me desconcertó. Parecía feliz y eso nunca es buen presagio. Sacó un papel y un bolígrafo de algún lugar y se apoyó en la barra para escribir.
Temo las tormentas de verano y las noches eternas sin su cuerpo.